En Lanús, Harry’s Killer Burger va directo al grano: hamburguesas grandes, jugosas y con toda la onda yankee que pide una burger posta. Los medallones son generosos, con buena mordida y ese dorado de plancha que marca la diferencia; el pan brioche esponjoso aguanta todo el peso de queso, panceta y salsas sin desarmarse.
La carta juega entre clásicos infalibles y combinaciones más cargadas, siempre con la lógica del exceso justo: cheddar que chorrea, toppings crocantes y papas que acompañan como corresponde. El local es descontracturado, pensado para caer con hambre y salir más que satisfecho.
En un barrio donde cada vez aparecen más propuestas, Harry’s Killer Burger se planta con personalidad y cumple lo que promete: hamburguesas asesinas, pero de ricas.